Murla, municipio del interior de la Marina, situado en medio de la Vall de Pop, en el curso alto del río Gorgos. A 285 metros de altitud y con una extensión de 5,8 km² enmarcados entre el Cavall Verd y la cuenca del río, viven 549 habitantes llamados murleros y murleras.
HISTORIA
El pueblo de Murla remonta su origen a una alquería medieval que creció alrededor del castillo de Pop (el autor Severino Giner apunta que este correspondería a la iglesia fortificada de Murla). La Vall de Pop histórica sólo comprendía los pueblos de Benigembla, Parcent y Murla. Todos ellos bajo la misma cabeza administrativa del hîsn o castillo de Pop.
Aunque en el término han aparecido restos y materiales de época ibera y romana, el actual asentamiento es fruto de la época musulmana. En el siglo XI, Murla dominaba el acceso del valle. A causa del pacto de vasallaje que al-Azraq firmó con el infante Alfonso, primogénito de Jaime I, el caudillo musulmán cedió las rentas de Murla al rey. El 1296, Jaime II hizo donación vitalicia a su consejero Ramon de Vilanova, convirtiéndose en feudo de la familia Vilanova durante mucho de tiempo.
La villa de Murla está considerada, junto con Benissa y Ondara, villa cristiana mixta. Estas se caracterizaban por tener arrabales o morerías para la población musulmana separada de la cristiana. Seguramente por eso se concedió una carta de poblamiento llamada carta de poblamiento de Almedic, otorgada el 1341 por Maria Ladrón de Vidaure a 17 sarracenos de Murla para construir una nueva villa, exclusiva para musulmanes, pero parece que esta nunca se hizo efectiva.
Otro hecho destacable de Murla es un ataque sufrido por parte de los piratas de Barba Roja. El 1529, el lugarteniente del famoso pirata mediterráneo, el llamado ‘Cachidiablo’, atacó y saqueó Murla y Parcent en octubre de aquel año.
Esta historia a caballo entre musulmanes y cristianos ha sido recogida en el mismo escudo de Murla. Aprobado el 30 de enero de 1989, este muestra un escudo partido y medio truncado. A la izquiera del blasón, un castillo rojo con el fondo de oro, en recuerdo a la antigua fortaleza medieval. Arriba a la derecha sobre plata, la cruz de san Jaime en rojo, símbolo del cristianismo. Y, en tercer lugar, abajo a la derecha, el creciente de plata, es decir, la media luna símbolo árabe, los dos evocando su pasado.
Pero si hay algún hecho histórico de importancia del cual Murla fue protagonista fue de la revuelta de Laguar, en la que Murla se convirtió en campo de batalla. La ermita de Sant Sebastià (en el camino de ascenso al Cavall Verd) fue saqueada y quemada por los moriscos que estaban subiendo para hacerse fuertes en el Penyó. Mientras tanto, Murla se convirtió en campamento de los tercios del rey, con Sancho de Luna Marqués como oficial. Después de la expulsión de los moriscos, parece que la población fue repoblada entre los autóctonos cristianos y mallorquines, como indican los apellidos Mas, Femenia, Cloquell y Riera.
Murla es un pueblo de tradición agrícola con cultivos de secano, como los almendros y las vides. Con la crisis de la filoxera, se dio un gran movimiento migratorio principalmente hacia los Estados Unidos que tadavía hoy perdura. Otra tradición destacable del municipio es ser cuna de la pelota valenciana con personajes destacados como Nel de Murla.
FIESTAS
- La fiesta de Sant Sebastià se celebra el sábado más próximo al 20 de enero.
- Sant Miquel celebra su festividad el sábado posterior en su fiesta litúrgica del 29 de septiembre.
- La Divina Aurora y los Moros y Cristianos se celebra el 5 de agosto.
GASTRONOMÍA
- Borreta de melva. La borra es uno de los guisos más característicos y antiguos de la cocina de la zona y es una forma de conservación de los productos de la huerta familiar que, en época de abundancia, se secaban al sol sobre cañizos. Básicamente, es un guiso de verduras y saladura de pescado, sobre todo bacalao y melva, aunque también hay quién lo elabora con atún o sepia. La variante de Murla es conocida como ‘borreta de melva’.
- El puchero tradicional con pelotas de carne.
- Pa perdut (pan perdido). Se elabora con rebanadas de pan del día anterior remojadas en leche. Después se espolvorean con azúcar y canela y se sirven calientes.
- Grinyons. Se conoce también como blat picat, olleta de blat o guisat de blat. Es, sin duda, uno de los platos más antiguos de la cocina mediterránea, puesto que el trigo (blat), la viña y el olivo integran la ‘trilogía mediterránea’, elementos básicos de nuestra alimentación.
LUGARES DE INTERÉS
- LIC Conca del riu Gorgos.