El ataque de la temida y contagiosa lepra se estableció en la comarca de la Marina Alta a finales del siglo XIX, lo cual provocó la construcción de leproserías relativamente alejadas de los pueblos, donde pasaban a vivir los enfermos para evitar la propagación de la enfermedad.
En Gata de Gorgos, la Casa de la Lepra se ubicó a la orilla del río Gorgos, en un lugar a las afueras del pueblo, a cierta altura del nivel del mar, lejos de los vientos del norte, en un terreno seco y con el agua cerca, tal como mandaban las directrices médicas en aquella época para controlar un poco la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los enfermos.
Esta casa cerró sus puertas en 1918 y todos los enfermos fueron trasladados al sanatorio de Fontilles. Finalmente, parte de la casa fue derruida para evitar infecciones.