En lo alto de la sierra de Segària se encuentran los restos de las terrazas árabes y del castillo del príncipe árabe, construidos, según los historiadores, sobre los restos de un antiguo poblado ibero. Cerca hay una roca plana que, según cuenta la leyenda, era la silla del rey moro Abad-Lo-Melichi Almuzafar. Este castillo, cuyos aprovechamientos administraba el capitán Carròs, señor del Rebollet en 1257, fue un magnífico refugio natural creado para poder defender los lugares de Sagra, El Ràfol d’Almúnia, Benimeli y Sanet y Negrals. También hay un hueco rectangular en el suelo, de unos 10 centímetros de profundidad, donde se colocaba el mástil que sostenía la bandera.
Desde este lugar se divisa el valle de la Rectoria, Dénia, Ibiza, Oliva, Gandia y Cullera. Era un punto estratégico para poder avisar de posibles ataques al castrum. Antes de llegar a la Cadireta del Rei Moro hay que pasar por una cueva pequeña que se utilizaba para los actos religiosos, en la que se han encontrado restos de objetos valiosos. No hace demasiado tiempo, a principios del siglo XX, todos los alrededores de este punto eran bancales de almendros y algarrobos.